domingo, 10 de julio de 2011

Amores que no matan

Un cuento que tardó más de 30 años en ver la luz; dedicado a mi abuela María Elena Amengual Astaburuaga (1907-1995).

Esto es entre vos y yo.

Se que me quisiste, en corto tiempo me diste el amor, todo el amor; el primero. Ese amor inicial que es eterno.
Te acompañé, ya alejado, desde una foto. Mi corazón era un refugio para vos, porque en definitiva fui feliz a tú lado, lo supe, lo viví, esas cosas quedan, no se como pasa; ahí están.
La mente de las personas almacena todo, todo está en la memoria (como dice León Gieco), en pequeños cajones, ante un acontecimiento aparentemente pueril; se abren y afloran.



En primer grado, tenía 6 años, la llamaron preocupados del colegio a mi madre: andaba diciendo que una bicicleta, regalo del abuelo Domingo, me la había traído de Chile papá y "la abuela de allá".
Muchas veces a hurtadillas revisaba un mueble que contenía fotos; esas fotos, las del otro lado. En una de ellas, la fiesta de casamiento de Paulina, se te veía con un sombrerito; deslizaba mis dedos como acariciándote, estabas linda, de perfil.
Cayeron lagrimas, ¡para que negarlo!, quería tenerte cerca, hablarte, decirte que había lugar en mi corta vida; ¿existe dimensión para el amor? ¡Te necesité "güelli"!, "mí güelli"; apodo que fue marca registrada para los nietos que llegaron después.¡Nadie sabe cuánto pero cuánto te necesité!

Un sueño recurrente, en realidad se daba cuando estaba despierto. Suena el timbre de casa, Arturo Prins 722; Villa Bosch. Salgo disparado cual galgo, al abrir, parada con un bolsito vos; veo tu sonrisa deslumbrante, se quien sos aunque el tiempo haya pasado, te conozco, mi piel recuerda.
Ahora estoy en un largo pasillo, en Ñuñoa, me causaba gracia ese nombre. Te tiro de la falda, quiero tus brazos, tus besos, me gusta apoyar la cabeza en tú hombro; quiero soñar con vos.

¡Ay "güelli"!, ¡un momento más a tu lado!, un instante más, eso hubiese estado muy bien, ese encuentro que el destino nos privó.¡Pucha!, ¡qué bello hubiese sido!
Todo mi amor querida abuela María Elena.

El corazón jamás olvida.

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